miércoles, 6 de abril de 2016


Us proposem un joc:

endevineu qui són els components de la plantilla del Vinalesa Futbol Base i la temporada.

Els heu reconegut a tots?

Ara obriu l'enllaç que hi ha baix d'aquestes fotos i endevineu, qui són aquests personatges i on es troben a la foto.

*CF Vinalesa Futbol Base: escola de futbol, escola de persones





https://www.youtube.com/watch?v=lW50Csndb5o&authuser=0

*seleccioneu el text, punxeu amb el botó de la dreta i obrigueu l'enllaç

domingo, 3 de abril de 2016

ESCUELA DE FÚTBOL, ESCUELA DE VIDA? 

Nunca antes había sentido tan de cerca las necesidades de transformación que necesita el fútbol regional, donde los jugadores necesitan crecer y aprender tanto como jugadores como personas, por lo que es necesario primar los valores educativos. El pasado Sábado 12 de Marzo, mi equipo cadete de Vinalesa se enfrentó como visitante a La Eliana y después de todo lo sucedido, debo denunciar el comportamiento del equipo rival y agradecer y elogiar una vez más, la paciencia y el respeto mostrado por mis jugadores. Parece un caso más de ver y protestar “solo lo que le afecta a tu equipo” pero pocas veces se ha podido observar con tanta claridad el distinto comportamiento de ambos clubes. Durante todo el partido la presión desde el banquillo rival y las gradas hacia las decisiones del árbitro y las acciones del rival fue muy intensa y provocaron mayor tensión en los jugadores de ambos equipos con la sensación de que aquello era más un partido profesional que amateur. Como anécdota, no tuvimos llave de vestuario hasta el descanso por lo que todos mis jugadores, dejaron sus teléfonos móviles en el banquillo para prevenir cualquier otro incidente. A partir de la segunda parte, la agresividad del equipo contrario y de las gradas fue en aumento. 
En el minuto 60 aproximadamente un jugador de mi equipo cayó al suelo y mientras el árbitro paraba el juego y le atendía, un jugador del equipo contrario, desde la otra banda (cercana a los banquillos) aprovechó para encararse a uno de mis jugadores y pegarle constantemente tímidas patadas a la altura de los tobillos mientras le lanzaba continuas amenazas. La acción duró unos 10 segundos, mientras mi jugador, lleno de impotencia, me miraba para tratar de tomar una decisión al conflicto: “¿Qué hago? Me decía”. Yo le insistía en que se apartara y no respondiera mientras gritaba “ÁRBITRO” sin parar. 
Al cabo de todo ese tiempo, el árbitro vino muy enfadado hacia donde yo estaba y cuando traté de explicarle lo que sucedía, me interrumpió para preguntarme sarcásticamente si yo tenía ficha de entrenador. Lleno de impotencia tan solo me quedó decirle que no, porque pese a que tengo la titulación necesaria, la federación no permite tener licencia de jugador y entrenador de otro equipo al mismo tiempo. Así pues, si quiero dedicarme profesionalmente como entrenador en escuelas de fútbol he de dejarme el deporte, gran paradoja, que nadie en federación me ha sabido explicar nunca. Por lo tanto, tan solo me quedó agradecer al árbitro que me dejara estar en el banquillo mientras él ignoraba todas mis advertencias. 
En aquel momento, me fijé que en el banquillo local había alrededor de quince personas, muchas de ellas a los lados del banquillo pero dentro del campo. Aunque eso no estaba permitido, el árbitro me acababa de dejar claro que yo tampoco tenía derecho a estar ahí, ni mucho menos a quejarme. Durante la agresión, el entrenador rival no pareció inmutarse y guardó silencio, sin ni tan siquiera advertir a su jugador por lo que estaba haciendo. Después de hablar con el árbitro, una persona de la grada que identifiqué como un posible padre de un jugador del equipo rival empezó a gritar “árbitro, árbitro” tratando de mofarse de mis protestas anteriores, a lo que prosiguió argumentando que los chavales ya tenían pelo púbico (aunque no fueron éstas las palabras exactas), y que debía de dejarlos estar para que se apañaran solos. En ese momento, toda la grada y parte del banquillo rival le respondió con risas y aplausos. Hasta el minuto 85 aproximadamente cuando La Eliana sentenció el encuentro, aquello parecía más una pelea en la calle que un partido de jugadores en formación. 
Escuché amenazas como “a la próxima te voy a partir la cabeza” o “te voy a matar” junto a continuas agresiones, como la que he descrito anteriormente, cuando el balón estaba en la parte contraria del campo. Tan solo me quedó confiar en mis jugadores para que no entraran en aquel juego y tratar de que no se convirtiera realmente en una pelea ya que todo el mundo veía lo que estaba sucediendo y nadie más que nosotros parecía querer evitarlo. 
Al finalizar el partido, mientras los jugadores se daban la mano, vi como un jugador rival respondía a uno de los míos levantando 4 dedos, mofándose de los 4 goles que nos habían marcado. Mi jugador se mordió los nudillos mientras me decía que tan solo había ido a darle la mano. Yo estaba justo allí y pude verlo todo mientras se alejaban riéndose. Acompañé a mis jugadores hasta el vestuario para evitar cualquier otra incidencia mientras que el entrenador de La Eliana se dedicó a dialogar durante 2 o 3 minutos con el árbitro comentando algunas de sus decisiones por lo que no pudo o no quiso ver nada de lo que estaba pasando. Al entrar al vestuario, el silencio había tomado la palabra hasta que sin guión alguno decidí romperlo: Nunca antes me había sentido tan orgulloso de lo que había hecho uno de mis equipos porque más allá del rendimiento, hoy habían demostrado ser personas y saber llevar un conflicto de esas características. Era feliz de ser su entrenador y quería que recordaran durante el resto de sus vidas lo que acababan de lograr. El respeto y la paciencia que habían transmitido era un ejemplo a seguir, donde por desgracia ni en las televisiones de hoy en día las encontramos. 
En el fútbol no somos solo individuos que buscamos un resultado, sino personas que aprendemos y merecemos respeto. Por eso, como entrenadores o como profesores tratamos de educarlos primero como personas para que cuando no estén dentro del terreno de juego, sepan comportarse en sociedad. Quería que lo recordaran del mismo modo que lo iba a hacer yo, en cualquier equipo que estuvieran, con el entrenador que fuese, porque lo que habían conseguido iba a ser un ejemplo para siempre. Hoy habían perdido 3 puntos en la liga, pero habían ganado 3 para el resto de sus vidas, que nadie jamás se los podría arrebatar. Y si aún les quedaba una pizca de fuerza por el trabajo que habían hecho, les pedí que aplaudieran, por el fútbol y el respeto, pero sobretodo, por ellos. 

JOSE VICENTE GARCÍA (entrenador del equipo cadete)