viernes, 13 de noviembre de 2015


Trabajar de docente y ser docente no es lo mismo

La escuela de fútbol de Vinalesa Fútbol Base ha seleccionado este artículo que podéis encontrar en Pensar la escuela (Blog para padres y docentes que invita a reflexionar, debatir e intercambiar acerca de la escuela). Defendemos la idea del entrenador-maestro. Lamentablemente en el fútbol faltan referentes, pero nuestra escuela siempre lo ha tenido muy claro. Por eso, nuestros entrenadores son primero docentes. 


Dejemos algo muy claro: saber de una disciplina no significa que uno sepa enseñarla. La docencia, como profesión, se distingue por tener un conocimiento especializado: el de la Didáctica. Como tal requiere de estudio y formación, como cualquier otro campo de conocimiento. Nadie nace sabiendo enseñar.
¿Puede alguien tener más “habilidad”, “capacidad” o “destreza” para enseñar? Es posible. Pero aunque la tuviera, nunca resultaría suficiente: la formación en el conocimiento especializado es indispensable. Y ya sé que habrá quienes cuenten anécdotas de algunos profesores que tuvieron que eran maravillosos y no tenían la formación docente, pero ahí también es necesario dejar de confundir el hecho de ser “buenos transmisores o divulgadores” con ser docentes.
La enseñanza como transmisión es parte de un modelo ya agotado. En la era de Internet la información se obtiene más rápido y mejor en segundos, que escuchando en vivo y en directo. Todo lo que se puede decir como exposición dentro de una clase se puede grabar y subir a Youtube, claro que nunca podríamos tener la misma interacción aunque todos dejaran sus comentarios.
Las estrategias de enseñanza además no se restringen al intercambio: promover, sostener y coordinar un buen debate respecto de los contenidos que se abordan también implica desarrollar una práctica con la que uno no nace. Observamos cantidad de docentes que creen estar haciéndolo pero solamente alientan las “buenas respuestas” y descartan las que no les gustan, haciendo sentir muchas veces a sus alumnos que son incapaces de aprender o comprender y obturando toda posibilidad de continuar avanzando en el conocimiento. Conocer variedad de estrategias y tener claros los criterios para su selección e implementación de acuerdo a las situaciones reales y contextos que se afrontan, implica necesariamente contar con un conocimiento específico por parte del docente.
Trabajar con grupos no es tarea fácil: algunos docentes parecen conformarse con que uno o dos estudiantes los “sigan” sin importarle qué pasa con el resto, o atribuyéndoles a ellos el “fracaso” debido a condiciones personales. Esto puede verse sencillo solamente si el docente no se preocupa por el aprendizaje de sus alumnos y cree que la enseñanza se reduce a sus “excelentes explicaciones” y a aplicar exámenes. Lamentablemente luego sufrimos en todos los sentidos las consecuencias de estos modelos didácticos.
Las habilidades prácticas que debe desarrollar un docente, provienen sustancialmente de su enfoque didáctico: cómo concibe al alumno, al conocimiento y cómo plantea la enseñanza en función de ello. Este posicionamiento requiere necesariamente de un análisis desde modelos teóricos: las prácticas pedagógicas no son homólogas, sencillamente porque ni los grupos a los que se atiende ni los docentes son iguales y, como si fuera poco, varían de acuerdo al contenido a enseñar. ¿Es acaso posible saber de todo esto sin haberse formado?
La subestimación con que algunos profesionales de otros campos se acercan a la enseñanza es la raíz de muchos problemas que tenemos en el sistema educativo. No voy a dejar de mencionar que parte de la responsabilidad de este hecho se ubica en los propios colegas del campo de la educación, que suelen quedarse en discursos teóricos totalmente escindidos de las realidades y con ellos alejan toda posibilidad de que quienes provienen de otras áreas valoren lo que la Didáctica les ofrece como disciplina. Esto es producto también de que muchos “especialistas en educación” se han quedado dentro de las universidades o se han instituido en funcionarios del sistema, habiendo perdido hace rato la referencia de lo que pasa en un aula real y desde allí “evangelizan en verdades absolutas” y frases crípticas de carácter inaplicable.
Tener un trabajo docente en el que se enseña, sin contar con la formación específica para hacerlo, es un exceso de confianza o tal vez un acto de poca conciencia. Los profesionales responsables lo saben y por eso buscan contar con el conocimiento especializado. Espero que los profesionales de la educación estemos a la altura de sus necesidades para poder enseñarlo.


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